La Alquimia conocida como la "ciencia de las ciencias" aseguraba tranformar la materia a su antojo como por ejemplo la transmutación de cualquier metal en oro.¿Leyendas, mistícismo o realidad? Sin duda es difícil llegar a una conclusión sobre un tema muy vinculado con el ocultismo. Lo que sí sabemos es que esta promesa de riquezas ilímitadas fue muy bien recibida por los nobles y altos cargos de la Edad Media que financiaban a los alquimistas para conseguir la 'piedra filosofal', la cual transformaba metales innobles como cobre y plomo en metales preciosos como la plata y el oro. Si lo consiguieron o noc cada cual puede guardar su opinión, ya que no hay ninguna prueba evidente( o quizá no les interesaba mostraralas)pero sí muchos manuscritos, libros, ilustraciones, cuadros y jeroglíficos que aseguraban esconder el tesoro mejor guardado.
Numerosos Eruditos estudiaron esta disciplina, tales como Bacon o Flamel.El primer alquimista auténtico en la Europa medieval fue Roger Bacon. Su obra supuso tanto para la alquimia como la de Robert Boyle para la química y la de Galileo Galilei para la astronomía y la física. Bacon (1214–1294) era un franciscano de Oxford que estudió la óptica y los lenguajes además de la alquimia.
Los ideales franciscanos de conquistar el mundo en lugar de rechazarlo le llevaron a su convicción de que la experimentación era más importante que el razonamiento: «De las tres formas en las que los hombres piensan que adquieren conocimiento de las cosas: autoridad, razonamiento y experiencia, sólo la última es efectiva y capaz de llevar de paz al intelecto.» (Bacon) «La ciencia experimental controla las conclusiones de todas las otras ciencias.
Revela verdades que el razonamiento de los principios generales nunca habrían descubierto.» (Hollister) A Roger Bacon también se le ha atribuido el inicio de la búsqueda de la piedra filosofal y del elixir de la vida: «Esa medicina que eliminará todas las impurezas y corrupciones de los metales menores también, en opinión de los sabios, quitará tanto de la corruptibilidad del cuerpo que la vida humana podrá ser prolongada durante muchos siglos.» La idea de la inmortalidad fue reemplazada por la noción de la longevidad: después de todo, el tiempo que el hombre pasa en la Tierra era simplemente para esperar y prepararse para la inmortalidad en el mundo de Dios. La inmortalidad en la Tierra no encajaba con la teología cristiana (Edwards). Los alquimistas se convirtieron en una especie de druidas de lo esotérico, cuyos galimatias y símboloso ocultos destacaban en todas sus conversaciones y obras, confundiendo a cualquier persona que no fuera ducha en estos temas. Una frase de uno de los primeros alquimistas, recojida en sus obras nos da una idea del secretismo en todo lo relaconado con la alquimia:" Cuando hablábamos abiertamente, no deciamos nada en realidad, pero cuando escribiamos en lenguaje cifrado o dibujabamos imagenes ocultabamos la verdad".
Según los textos alquimistas, el adepto jura por su vida y por su honor no divulgar jamás lo que le es revelado. Por lo tanto, toda descripción seria de la actividad, realizada por una persona realmente empapada del conocimiento preciso será obscura, cargada de símbolos e inaccesible al profano y una explicación suministrada por alguien que no conoce la verdad será falsa o incompleta. Un secreto no equivale a ignorancia, es impropio hablar de los secretos del universo, queriendo decir con ello lo que se ignora.
La alquimia o la actividad alquímica de una persona, para decirlo mejor, comienza con una peregrinación. El aspirante debe encontrar las claves y a quien quiera dárselas, a quien lo considere digno de recibir tales honores y altas responsabilidades. La alquimia no se aprende en lugares señalados con carteles o donde se cobre una cuota de admisión. Allí solamente uno se puede informar de todo un simbolismo que no comprenderá de la manera adecuada, pero que puede ser la base de una investigación profunda que lleve a la verdad, si la hay. Por supuesto, ante lo que no es posible conocer cabalmente sin realizar un esfuerzo extraordinario que implica un cambio de vida, siempre existirá la actitud cómoda del escéptico, del racionalista por omisión.
Resulta curioso consignar que antes y durante el siglo XVII, algunos célebres hombres de ciencia fueron alquimistas. Un caso de gran relieve es el de Isaac Newton. Considerado como fundador de la Ciencia Moderna, Newton, el autor de la Ley de la Gravitación Universal, dedicó muchos años de su vida a la alquimia: No creía que el oro fuera un elemento y especulaba con la posibilidad de elaborarlo a partir de otras substancias. Otra curiosidad relativa a la vida de Sir Isaac Newton: en 1696, renunció a su cátedra en la Universidad de Cambridge al ser nombrado Inspector de la Casa de Moneda, función que consistía en perseguir y hacer encarcelar a los falsificadores de moneda. Desempeñó esta tarea con gran eficacia y energía enviando a la cárcel a más de una veintena de falsificadores. Tres años más tarde, fue nombrado Director de esa institución, cargo que desempeñó durante 28 años, hasta su muerte.
Cuenta la leyenda que de todos los alquimistas que invirtieron sus vidas en la búsqueda de la Piedra Filosofal sólo uno tuvo éxito. Corría el siglo XIV y los alquimistas comenzaban, lenta pero gradualmente, a diversificar su atención del mundo material hacia la medicina, no era para menos ya que las pestes carcomían sin la menor piedad a las poblaciones de toda Europa. Sin embargo, entre los oscuros pasillos de las librerías de París, habitaba un singular y llamativo personaje de personalidad excéntrica y de inmensa sabiduría llamado Nicolas Flamel. Del cual se dice, con un poco de inocencia y otro poco de romanticismo, que ha sido el único en alcanzar dos de las metas soñadas por todo alquimista: Obtener la piedra filosofal; y descubrir el secreto de la inmortalidad.
Si bien realmente existió un alquimista llamado Nicolas Flamel, incluso su casa, que hoy en día es un restaurante parisino, y parte de su laboratorio son conservados, es lógicamente improbable que la historia sea cierta -quien me lea regularmente sabe que tengo una mirada extremadamente escéptica del mundo, pero también saben que me fascina el folklore, la mitología y las leyendas- así que tomaremos todo lo que sigue a continuación no como un hecho factible sino como una bella y colorida leyenda:
Cuenta la leyenda que una fría noche mientras Nicolas buscaba información sobre piedras un extraño hombre, el cual se presenta a si mismo como Abraham el Judío, se le acerca y tras una breve charla le regala un curioso libro. El libro estaba cargado de escrituras Cabalistas y Mitología Griega, algo que llamó inmediatamente la atención de Flamel. Inmediatamente tras recibirlo se pondría la meta de descifrar sus secretos, tarea que consumiría toda su vida. Como era tal el caudal de información y misterios que la obra contenía, Nicolas, se encuentra en la necesidad de consultar a varios sabios, por lo que comienza a recorrer el mundo. Viajando a España, en tierras Andaluzas, se entrevista con varias autoridades religiosas y lentamente va creando manuscritos explicando el libro. Un día, gracias a la fortuna, logra encontrar al “Maestro Canches”, un hombre de inmensa sabiduría, y quien sería su llave para develar el misterio. Tras muchas charlas deciden viajar hacia París, con el desgraciado resultado de la muerte de Canches por una enfermedad durante el viaje. Tal acontecimiento no frenaría el deseo de Nicolas y éste, muy empeñado, lograría tras varios años descifrar los misterios del tomo y conseguir la deseada Piedra.
Una vez con la piedra en su poder Flamel se volvió extremadamente rico y comenzó, a aburrirse del dinero y regalarlo. Decenas de hospitales, librerías y escuelas fueron construidas bajo su padrinazgo -y curiosamente algunos edificios aun conservan escrituras con su nombre- . De todas maneras el tiempo iría predando su salud y la vejez prontamente llegaría a hacerle una última llamada. A su muerte su entierro fue llevado a cabo de la manera exacta que Nicolas había exigido, incluso fue utilizada una extraña lápida cargada de simbologías y runas -que hoy se encuentra expuesta en el Museo de Cluny-. Pasado un tiempo de su muerte ya todo el mundo se había olvidado del extraño personaje, pero, como no queriendo irse, Flamel sorprendería al mundo incluso una vez más. Unos meses después de su entierro, por cuestiones legales, debe abrirse su tumba ante la rigurosa mirada de abogados y hombres de ley. Lo que éstos hombres, ni el pueblo entero, podían haber imaginado es que al abrir la tumba esta se encontraba vacía sin ningún resto humano y sin ninguna señal de forzamiento o rotura. Quedando así el destino del viejo alquimista en el más oscuro y absoluto de los misterios.
Orígen de la Alquimia en Europa:
La alquimia propiamente europea también nace como resultado de los contactos con el conocimiento científico árabe. Alberto Magno (1200 – 1280), santificado por la Iglesia Católica y titulado patrón de todos los que estudian ciencias naturales, reconocido como uno de los naturalistas más importantes del siglo XIII es también considerado el primer alquimista europeo. Alberto, estudiante en Padua y profesor de la Universidad de París, recorre toda Europa en sus misiones sacerdotales y así traba conocimiento de la producción científica árabe y de los clásicos griegos. A sus trabajos se debe el descubrimiento del arsénico en forma casi pura y algunos le atribuyen, de forma compartida, los estudios sobre la mezcla explosiva de nitrato de potasio, carbón vegetal y azufre (pólvora). Se afirma que es uno de los que inicia en Europa la carrera por la transmutación de los metales nobles en oro.
En el terreno filosófico se reconoce a Alberto Magno como uno de los artífices de la doctrina de "la doble verdad". La solución al debate entre la razón y la fe debió pasar por el filtro ideológico que admitiera al hombre la posibilidad y capacidad de estudiar el escenario natural creado por Dios, abriendo un espacio a la "filosofía de la naturaleza". De cualquier manera, no cesaría la censura del poder eclesiástico que obstaculizó el desarrollo y en ocasiones condujo a sanciones de prisión y horrendos crímenes. Alberto se identifica con la decantación en el estudio inicial de la Zoología de los elementos de superstición y prejuicios religiosos que empañaban su conocimiento.
Un segundo exponente del desarrollo inicial de la alquimia europea es el monje franciscano Roger Bacon(1212 - 1294). Bacon estudia en el ya importante centro docente de Oxford (la primera Universidad de habla inglesa) y luego en la Universidad de París donde llega a ser profesor. Se relaciona a Bacon con la reformulación del elíxir de la vida, originalmente propuesto por la farmacopea árabe, pero esta vez asociado a la disolución resultante del oro por la acción del agua regia, y ocupa un lugar en la historia de la medicina cuando se le identifica como el primero en sugerir que la medicina debe basarse en remedios que salieran del laboratorio alquímico.
Roger Bacon no solo representa uno de los primeros alquimistas europeos sino también uno de los primeros científicos que defiende el método experimental como base auténtica del conocimiento. Las ideas revolucionarias contenidas en su obra le hacen correr una suerte bien distinta a la de su contemporáneo Alberto Magno. En 1278, el que fuera más tarde Papa Nicolás IV (1227 – 1292) prohibió la lectura de sus libros y ordenó su encarcelamiento que se extendió durante 10 años. Su obra mayorOpus Malus se editó y publicó sólo en el siglo XVIII.
A Bacon se le atribuyó también resultados con mezclas explosivas del tipo de la pólvora. Pero la negra aplicación de la pólvora en la guerra para impulsar un proyectil es obra de otro monje, apenas iniciado el siglo XIV, Berthold Schwarz (¿ -1384). Schwarz construyó los primeros cañones del mundo occidental que usaron la pólvora como carga para la impulsión del proyectil. El proyectil no era otra cosa que una especie de flecha que salía disparada desde un receptáculo en forma de vaso, dentro del cual se colocaba la pólvora. El disparo se provocaba aplicando un hierro caliente al oído del cañón. El monje alemán ideó el procedimiento que con ligeras mejoras se empleo durante los siguientes cinco siglos. La dotación de la artillería otorgó una gran superioridad a los ejércitos europeos, que resultó decisiva para que pudieran colonizar e imponer su poder en otras latitudes.
Una de las predicciones de Bacon en el campo de la Óptica, el empleo de lentes de aumento para la fabricación de gafas, se materializa hacia la segunda mitad del siglo XIII. Fueron artesanos italianos los primeros en fabricar espejuelos al lograr, trabajando lentes convexas, un correcto ajuste en la visión de los ojos. La invención se la disputan Salvino D´Armate de Pisa y Alessandro Spina de Florencia. Las lentes cóncavas para el ajuste de ver de cerca (miopía) no fueron inventadas hasta el siglo XV.
Otra notable sugerencia de Bacon relacionada con poner la alquimia al servicio de la preparación de medicinas representaba fortalecer la función de las boticas galénicas del Medioevo. En los laboratorios de estas farmacias se intentaban la obtención de polifármacos al mezclar las partes activas de diferentes vegetales en búsqueda de una potenciación y ampliación de su efecto terapéutico. Se aplicaban ya entonces diferentes técnicas como la decocción, la infusión, la maceración, o la extracción acuosa.
A Ramón Llull (1232-1316), figura pionera en la formación de la literatura catalana, y al franciscano francésJohannes Rupescissa (¿ - 1362) le asignan la producción del Libro de la Quintaesencia que tiene el mérito de aportar una nueva visión en la preparación de los medicamentos. A partir de ahora la anquilosada farmacia galénica del medioevo que obtenía los principios activos mediante extracción acuosa, se enriquece con el empleo del alcohol para extraer los principios aromáticos de las plantas. Los textos sobre quintaesencias atribuidos a Rupescissa y Llull son importantes en la historia de la alquimia porque suponen un punto de transición en el camino que convirtió la alquimia en farmacia. En Rupescissa advertimos la figura cuya actuación rebasa las inquietudes de la alquimia para convertirse en un acusador violento de los abusos de las autoridades eclesiásticas por lo que resulta condenado a prisión por el papa Clemente VI (1345).
El al- Andaluz, dominio musulmán en la península ibérica, y en particular el califato de Córdoba, actuó como foco de irradiación del conocimiento científico hacia la Europa del florecimiento del feudalismo en los siglos XII y XIII. En particular el pensamiento europeo descubre a través de las traducciones árabes las grandes obras del mundo greco-latino y el repertorio de realizaciones en diversos campos del conocimiento científico del mundo islamita.
El más importante de los alquimistas europeos que firmaba sus documentos como Geber (el famoso alquimista árabe que viviera dos siglos antes) fue el primero en describir, hacia el año 1300, la forma de preparar dos ácidos fuertes minerales: el ácido sulfúrico y el ácido nítrico. Poco tiempo después de Geberel estudio de la alquimia, por segunda vez en la historia, sería prohibido. En esta ocasión corresponde al Papa Juan XXII (Papa de 1316 al 1334) declararlo anatema. Sobrevendrían largos años de silencio o acaso de clandestinidad de la Alquimia que impidiera llegar hasta nosotros cualquier conocimiento producido.
Un gran vacío en la producción de los conocimientos científicos se advierte en el período de la gran epidemia de la peste (1340) que motivó la muerte de una cuarta parte de la población europea, y de la Guerra de los Cien Años (1337 - 1453) conjunto de episodios bélicos que asoló a Europa.
para saber más:
- Guillermina Martín Reyes (2004). Breve historia de la alquimia. Fundación Canaria Orotava.
La Edad Media, fe,ciencia y magia