En el siglo IV-V apareció una corriente cristiana en España encabezada por Prisciliano basada en la austeridad y la pobreza en contra de la opulencia de la Iglesia del momento. Dio gran importancia a la libertad de la mujer, haciéndola partícipe de las liturgias, liberó a los monjes de la prohibición del matrimonio y recomendó la abstinencia del alcohol y del celibato.
Esta nueva religión se extendió por el Oeste de la península ibérica y fue declarada herética por el Papa, que consiguió arrestar y decapitar a Prisciliano después de torturarlo. De alguna manera sus seguidores consiguieron hacerse con el cuerpo y enterrarlo en lo que hoy llamamos Santiago de Compostela, la tierra natal de Prisciliano. Durante 2 siglos hubo predicaciones a su tumba sin que la Iglesia oficial pudiera evitar que se le rindiera culto.
Desafortunadamente, la invasión y extensión de los bárbaros por Hispania hizo que las predicaciones a la tumba fueran disminuyendo, momento que la Iglesia aprovechó para hacer correr el rumor que en Compostela se hallaba la tumba del Apóstol Santiago y no la de Prisciliano. Según la leyenda, Santiago el Mayor llegó a Compostela en una barca de piedra y fue decapitado y enterrado allí, pero no existen pruebas de que el Apóstol llegara nunca a Hispania. Se encontró una tumba con un cuerpo decapitado donde hoy está su supuesta tumba pero la Iglesia jamás ha permitido un análisis de ADN para comprobar si los restos son del siglo I (serían de Santiago) o del siglo IV (serían de Prisciliano).