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2 noviembre 2011 3 02 /11 /noviembre /2011 20:28

La leyenda de Preste Juan y su reino capturó la imaginación de Occidente desde el siglo XII hasta el XVII. Durante ese tiempo los europeos lo buscaron con gran ahínco y dedicación en los confines de Asia, India y más tarde, Etiopía.

 

Era un reino perdido, de devotos cristianos, que había quedado aislado del resto de la cristiandad rodeado de paganos y sarracenos. Era un reino lleno de maravillas y riquezas, casi un paraíso en la tierra, dirigido por un hombre sabio, presbítero y rey a la vez, descendiente de uno de los Reyes Magos.La leyenda de Preste Juan aparece a principios del siglo XII con los rumores de dos visitas, una, del Arzobispo de India a Constantinopla y otra, del Patriarca de India a Roma en tiempos del Papa Calixto II. No hay evidencias fiables de estas visitas, pues los testimonios de los que se dispone son de fuentes indirectas, pero aparentemente se trataría de Cristianos de Santo Tomás de la India.

La siguiente referencia sería la del cronista alemán Otto de Freising, quien comenta en su “Chronica sive Historia de duabus civitatibus” (Crónica o historia de la dos ciudades) del 1145 que al año anterior se ha reunido con un tal Hugo, obispo de Jabala en Siria, en la corte del Papa Eugenio II en Viterbo. Este Hugo había sido enviado por el príncipe Raimundo de Antioquía en busca de apoyo de Occidente en su lucha contra los sarracenos tras la caída de Edesa. Se dice que el consejo de este Hugo incitó a Papa Eugenio a llamar a la Segunda Cruzada.

 

Hugo también explicó a Otto en presencia del Papa que Preste Juan, un cristiano nestoriano que era a la vez presbítero y rey de un territorio más allá de Armenia y Persia, había recuperado la ciudad de Ecbatana de manos de los reyes persas en una gran batalla no hacía demasiados años. Tras esta primera victoria Preste Juan, decidido a recuperar Tierra Santa, había puesto rumbo hacia Jerusalén, aunque finalmente las aguas del Tigris le habían obligado a desistir y volver a su reino. Preste Juan era un rey rico, como muestra de ello, la gran esmeralda de su cetro, y santo, descendiente de uno de los Reyes Magos.

 

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Parece ser que esta crónica de Otto, que es la primera mención escrita de Preste Juan, es un embrollo de eventos reales. En 1141, el Kanato de Kara-Kitai, había derrotado a los turcos selyúcidas cerca de Samarcanda. En aquel tiempo los selyúcidas gobernaban sobre Persia y eran la mayor potencia del mundo musulmán, aunque esa derrota los debilitó de manera significativa. Si bien, los Kara-Kitai no eran cristianos, ni su líder, Yelu Dashi, era llamado Preste Juan, varios de sus vasallos sí que eran nestorianos, lo cual podría haber contribuido a la creación de la leyenda.

Sea cierta o no esta confusión, lo cierto es que la derrota de los selyúcidas animó a los cruzados al creer que disponían de un aliado en Oriente que les podría ayudar en caso de necesidad. Aunque Otto intentando evitar este peligroso sentimiento de complacencia en los promotores de la cruzada afirmaba que no podían contar con la ayuda de ese rey poderoso de Oriente. Por otro lado, el ascenso del imperio mongol permitió a los europeos visitar tierras que no habían visto antes y fueron muchos los que se aventuraron por las carreteras seguras del imperio. La creencia que la supervivencia de los estados cruzados dependía de la alianza con un monarca oriental, explica los numerosos misioneros y embajadores que se enviaron a los mongoles.

No se vuelve a saber nada de Preste Juan hasta 20 años después, cuando en 1165 empiezan a circular por Europa copias de la Carta de Preste Juan, una carta que se decía escrita por Preste Juan, “el más grande monarca bajo el cielo y un cristiano devoto” e iba dirigida al emperador bizantino Emanuel I Comneno y a otros principes. En realidad, la carta parece más bien un cuento lleno de maravillas con muchísimas similitudes con el “Román de d’Alexandre” (una colección de leyendas sobre las hazañas de Alejando Magno) y las “Actas de Tomás”, lo cual nos indica que es más que probable que el autor conociera esos dos relatos.

En la carta se hablaba de Preste Juan, un monarca que reinaba sobre 72 reinos y que cuando iba a la guerra era seguido por 10.000 caballeros y 100.000 soldados. Su tierra era rica en plata y oro, y muchas criaturas maravillosas vivían en ella, desde bestias desconocidas a hombres con cuernos y tres ojos, también había mujeres que luchaban montadas a caballo u hombres que vivían más de 200 años, tampoco faltaban unicornios, caníbales o elefantes. Todo era perfecto en su reino, no había pobres, no había ladrones, tampoco había avaros, mentiras ni vicios. En su palacio, Preste Juan disponía de un espejo mágico con el que podía ver de todo lo que pasaba en sus provincias y descubrir cualquier conspiración.
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El imperio de este rey llegaba a la India, donde había sido enterrado el cuerpo de Santo Tomás, comprendía las ruinas de Babilonia o la Torre de Babel, sin olvidar la Fuente de la Eterna Juventud. La carta contenía dos peticiones al Papa, la cesión de una iglesia en Roma y la concesión de ciertos derechos sobre la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.

No es de extrañar que las maravillas y riquezas de las que hablaba la carta capturaran la imaginación de los europeos, y enseguida la carta fue traducida a varios idiomas. Y como suele pasar, muchas de las copias eran aún más exageradas y fantásticas que la original, en la actualidad se conservan aún unas cien copias manuscritas. La aparición de la imprenta perpetuó la carta que aún era popular durante la Era de los Descubrimientos.

La creencia en la existencia era tan extendida que el Papa Alejandro III, parece ser, envió una carta a Preste Juan a través de su emisario Felipe, su médico, datada el 27 de setiembre de 1177 en Venecia. Del emisario jamás se volvió a saber, pero lo más probable es que no regresara con noticias del Preste. De esta carta se conserva alguna copia, en ella el Papa se dirige a su destinatario como “carissimo in Christo filio Johanni”, aunque parece factible que el Papa se esté dirigiendo a Preste Juan, la carta no permite afirmarlo con certeza.

En 1221 Jacobo de Vitry, obispo de Acre, regresó de la desastrosa Quinta Cruzada pese a todo con buenas noticias: El rey David de India, hijo o nieto de Preste Juan, había movilizado sus ejércitos contra los sarracenos y había conseguido conquistar Persia a los Jorezmitas y seguía avanzando hacia Bagdad. Este descendiente del rey que había derrotado a los Selyúcidas en 1141 se proponía reconquistar Jerusalén.

Las informaciones del obispo eran en parte ciertas, en efecto, un gran rey había conquistado Persia, sin embargo no se trataba de ningún monarca nestoriano, sino de Gengis Kan. La posterior confirmación de este error y la certificación de que no los mongoles no eran precisamente unos píos peregrinos, hizo necesaria una readaptación de la leyenda. Los mongoles pasaron ahora a convertirse en las hordas salvajes que Preste Juan mencionaba en su carta al emperador bizantino. Estas hordas se habrían levantado contra su rey, el Rey David, matándolo a él y a su padre. Se pasó entonces a identificar a Preste Juan con el padre adoptivo de Gengis Kan, Togrul.

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Togrul era rey de los Keraitas y como gran parte de este pueblo mongol muy probablemente era cristiano nestoriano. Tras la muerte del padre de Gengis Kan, del cual Togrul era “hermano de sangre”, acogió a Gengis Kan bajo su protección. Gengis y Togrul fueron en sus inicios fieles aliados, pero acabaron enfrentándose cuando Togrul rechazó la propuesta de matrimonio entre los hijos de ambos. Togrul consideraba a Gengis un vasallo y encontró la propuesta un atrevimiento. El enfrentamiento acabó desembocando en una guerra abierta, de la cual Togrul saldría derrotado.

En los relatos de esta época, los cronistas como Marco Polo, el historiador Jan de Joinville o franciscano Odorico de Pordenone rebajaron la imagen de este Preste Juan keraita, describiéndolo de una manera más realista y creíble. Preste Juan dejaba de ser un héroe invencible para ser una víctima más del imperio mongol. Odorico afirmaba haber visitado en torno al 1326 el país gobernado por un descendiente de Preste Juan, aunque afirma que sólo es cierta una de cada cien partes de lo que se dice sobre él.

El colapso del imperio mongol volvería a cambiar la imagen de Preste Juan. Para empezar, se empezó a cuestionar que hubiera sido realmente un rey de Asia Central. Las maravillas y los toques fantásticos vuelven a abundar en los relatos sobre el Preste y su posible localización se traslada de las estepas asiáticas a alguna área indefinida de la India o a las montañas del Cáucaso. De esta época se conserva un mapa catalán publicado en 1375, en el que se sitúan varios reinos cristianos en India. En otro mapa, este de 1447, se pueden ver torres a los pies del Caucaso, y debajo escrito “El Preste, Rey Juan construyó estas torres para impedir que [tártaros] le atacaran”, alguna obra del siglo XII ya había considerado la posibilidad que el presbítero fuera armenio.
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Al cabo de unos años se vuelve a cambiar el lugar donde buscar el reino de Preste Juan y se empieza a considerar Abisinia, en Etiopía, como la opción más probable. Algunos eruditos opinan que la enigmática carta del Papa Alejando habría sido realmente enviada al Negus (rey) de Etiopía. Si bien es cierto que desde la aparición de la leyenda siempre se habló de un rey de India, India era un término vago para los europeos de la época. Los escritores de la época llegan a hablar de “Tres Indias” y Etiopia era a menudo considerada una de ellas. Marco Polo había descrito Etiopia como una tierra magnífica y los cristianos ortodoxos tienen una leyenda según la cual un día Etiopia se levantará e invadirá Arabia.

Pese a estos hechos nadie situó a Preste Juan allí, hasta que en 1306 el emperador etíope Wedem Arad envió a 30 embajadores a Europa, y Preste Juan fue mencionado como el patriarca de su iglesia. La primera referencia clara de un Preste Juan africano es en la “Mirabilia Descripta” del misionero dominicano Jordanus. Cuando Jordanus describe la “Tercera India”, enumera un gran número de historias fantásticas acerca de esa tierra y de su rey, a quien los europeos llaman Preste Juan. A partir de este punto, la posible localización africana del mítico reino empieza a ganar popularidad.

La exploración de la costa africana por parte de los portugueses se ve influida por esta leyenda, considerándolo un posible aliado y colaborador. Los portugueses, allá donde van, esperan una y otra vez encontrar a Preste Juan, Vasco de Gama incluso llevaba cartas de presentación para él. Así no es de extrañar que cuando los portugueses establecen relaciones diplomáticas con el emperador etíope en 1520, se refieran a él como Preste Juan, pese a que los etíopes jamás lo habían llamado así.

Muchos expertos modernos consideran que la leyenda fue adaptada para encajar con Etiopía de la misma manera que durante el siglo XIII se había hecho para encajarla con los keraitas. Si bien es cierto que el reino cristiano de Abisinia había resistido con éxito durante siglos la presión del Islam, o que el Negus combinaba en una misma persona una cierta autoridad espiritual y terrenal. Los eruditos modernos no han encontrado nada en Etiopía que permita identificarla con el mítico reino y han comprobado que jamás llamaron así a ninguno de sus monarcas. De hecho, la primera noticia que tuvieron de Preste Juan les llegó a través de los primeros contactos con los europeos.

El reino de Preste Juan acabó desapareciendo de los mapas, cuando el orientalista alemán del siglo XVII, Leutholf, demostró que no había ninguna prueba que permitiera mantener la conexión entre el mítico monarca y los reyes etíopes. Pero para entonces la leyenda llevaba varios cientos de años influyendo el devenir de la historia de Europa y del resto del mundo, estimulando a los descubridores portugueses como antes lo había hecho con los viajeros medievales, o animando la actividad misionera de franciscanos y dominicos en Asia Central y China, que tenían la conversión del Kan mongol como su objetivo final. También estimuló a los estudiosos, en los que despertó un cierto interés científico en la resolución del enigma.

Pese a que las posibilidades reales de encontrar el reino hace tiempo desaparecieron, las referencias a Preste Juan han llegado hasta nuestros días. Se siguen escribiendo libros basados en él y son numerosas las referencias al personaje de Preste Juan en muchas otros. Se han escrito desde comics, “Prester John” de Marvel, a libros, como el de John Buchan. El reino de Preste Juan ocupa un lugar central en la novela Baduolino de Umberto Eco.

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Publicado por leyendas medievales

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