Cuenta dicha leyenda que el profeta Jeremías y su hijo consiguieron, mediante la correcta combinación de letras y números, darle vida a una estatua que habían fabricado con barro. Habrían realizado sus combinaciones de acuerdo a una fórmula basados sobre todo en la palabra emeth -verdad-. El producto de su creación fue llamado Golem -que significa en hebreo sustancia embrionaria o incompleta, o masa informe-. En la frente de esta creatura pusieron una inscripción que contenía las letras con las que habían logrado descifrar el secreto de la creación: "Yahveh es la verdad". Pero el Golem consiguió arrancarse una de las letras -la primera del alfabeto, aleph- y la inscripción cambió totalmente de sentido, quedando de la siguiente manera: "Dios está muerto" . Jeremías y su hijo preguntaron entonces al Golem por lo que hacía. La respuesta, que resultó reveladora, fue la siguiente: "Si ustedes pueden hacer al hombre, entonces Dios está muerto. Mi vida es la muerte de Dios. Si el hombre tiene todo el poder, Dios no tiene ninguno".